Nuestro cuerpo es un todo; no somos un montón de órganos y células que actúan independientemente del resto. El funcionamiento de cada uno de estos órganos y células depende en gran medida del funcionamiento de los procesos del resto. Si nos paramos a pensar esto, es de lo más coherente y fácil de entender. ¿Por qué nos cuesta tanto entonces comprender que un mal funcionamiento en una de estas partes provocará a la larga una disfuncionalidad a nivel holístico?
A menudo cuando tenemos una dolencia acudimos al médico y sólo nos medicamos para curar esa parte concreta. Muchas veces tenemos un montón de síntomas en diferentes partes del cuerpo y acudimos al especialista de cada una de esas partes para que nos las medique por separado y tardamos siglos en encontrar un diagnóstico que nos diga que tenemos un malestar sistémico.
Nuestras emociones y sentimientos son capaces de modificar los procesos y funciones de nuestro cuerpo físico y alterar nuestra conducta. Esto está estudiado, no es un mito. El sistema inmune se deteriora tras una depresión y a veces aparecen malestares autoinmunes debido a esto.
Trabajemos con nuestro cuerpo emocional, nutrámonos de emociones, sentimientos y pensamientos positivos. Cuando sobrevengan emociones negativas, sintámoslas y dejémoslas marchar en lugar de quedarnos atrapados en ellas. Es normal sentir tristeza, es una emoción muy humana; no hay por qué enfrentarse a ella o esconderla. Hoy en día, uno está un día triste por cualquier cosa y parece que esto no se le permite o muchas veces somos nosotros mismos los que no nos lo permitimos, como si fuese algo malo o vergonzoso. Es sano poder sentir todas las emociones y dejarlas marchar una vez sentidas. Sólo por estar triste unos días, no es necesario lanzarse a tomar una pastilla que haga que esa tristeza se marche cuanto antes o, mejor dicho, que haga que no sintamos esa emoción. Las emociones hay que sentirlas, vivirlas y dejarlas marchar. Aprender a gestionar nuestras emociones y convertirlas en experiencias sanas puede parecernos una tarea difícil, pero todo es posible.
Nos da miedo sentir, nos da miedo el dolor en todas sus formas y consideramos las emociones como la tristeza, la frustración o el vacío amenazas para nuestra psique que no queremos sentir por miedo a abandonarnos a ellas, pero esconderlas, lejos de ser una solución, es caldo de cultivo para futuros malestares
Sintamos; vivamos desde lo más profundo de nuestro SER, escuchemos a nuestra voz interna y proporcionémosle aquello que nos pide, porque eso es precisamente lo que necesitamos; estar para nosotros mismos, alimentar nuestro SER.
Raquel García García.