Tu refugio está dentro de ti

refugio¿Quién puede saber mejor que tú lo que es bueno para ti? Si contestas algo diferente a “yo soy el que mejor puede saberlo” y das otro nombre que no es el tuyo, es que desconfías de ti mismo y no te crees capaz de ser absolutamente responsable de tu propia vida. Sin lugar a dudas tú eres tu mejor refugio.

Existe un lugar en tu interior que es indestructible, donde nada ni nadie puede hacerte daño. Ese lugar es tu esencia y esa esencia es luz. Si lo buscas siempre estará ahí para que tú lo encuentres. Desde ese lugar no juzgas ni te juzgas, sólo amas y te amas.  Es tu rincón del alma; tu lugar de encuentro contigo mismo y con tus orígenes, es la verdad en el más puro estado. ¿Por qué ibas a renunciar a él? Si lo haces te habrás perdido a ti mismo de alguna manera. La única manera de alcanzar el equilibrio y la paz interna es reencontrándote con tu SER. No permitas que tu ego esté al mando. Tú eres mucho más que todo eso.

Tú eres tu mejor compañía; contigo pasas por las experiencias de muerte y nacimiento; contigo convives eternamente. Confía en tu esencia porque ella será siempre tu mejor guía. Eres perfectamente capaz de guiarte a través de tu propio camino, que siempre será tuyo si tú mismo decides por dónde y cómo caminar. Cuando te encuentres perdido no busques cobijo fuera, porque tu mejor refugio se encuentra dentro de ti.

Raquel García García.

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Tomar decisiones.

decision¿Por qué nos cuesta tanto tomar decisiones? A veces cuando tenemos que elegir sentimos que un precipicio se abre a nuestros pies, nos sentimos confusos y temerosos porque no sabemos a dónde nos conducirá ese nuevo sendero que escojamos para nuestro camino. Esto es normal en cierto modo, pero, sería un gran paso hacernos conscientes de que hagamos lo que hagamos, aunque por miedo nos decidamos a quedarnos estáticos sin hacer nada, estamos eligiendo. Lo que no hacemos puede afectar a nuestra vida en la misma medida que lo que hacemos, pero opino que tomar una decisión de forma consciente puede ser más útil, porque nosotros la sentiremos como nuestra, será fruto de nuestra propia motivación y reforzará nuestro sentido de responsabilidad sobre nuestra propia vida. Cuando sentimos que el miedo nos paraliza y optamos por no hacer nada, no creemos haber tomado una decisión y nos resistimos aun más a los resultados posteriores por pensar que vamos a la deriva y que no tenemos ningún poder sobre lo que nos ocurre.

Por regla general no acostumbramos a prestar ninguna atención a nuestra intuición, siendo ésta nuestra mejor guía. La intuición proviene del alma; de nuestra esencia y, por tanto, es ella la que nos alerta de la mejor forma posible. En cambio nos empeñamos en acallarla y sepultarla bajo una maraña de pensamientos enrevesados que provienen de nuestros temores. ¿Nunca habéis hecho una lista de pros y contras antes de tomar una decisión con el pretexto de ser más “objetivos” a la hora de elegir? Es difícil para nosotros llegar a comprender que nuestra razón suele estar constantemente bajo el influjo de nuestro estado emocional, de nuestros miedos, de nuestros recuerdos y de nuestras proyecciones de futuro. Solemos tener pensamientos congruentes con nuestros afectos y al mismo tiempo nuestros pensamientos influyen sobre nuestro sentir. Además de esto, cuando tenemos que tomar una decisión, nuestra mente suele buscar en su banco de datos, que suele estar repleto de experiencias pasadas almacenadas cuyo recuerdo también influye en cómo procesamos la situación y, por tanto, en el camino por el que finalmente optamos. Proyectamos también hacia delante, pensando cómo influirá esa elección en nuestra vida futura; rumiando cómo podría afectarnos su resultado. Visto así, es difícil que nuestra lógica sea realmente objetiva. La única manera de romper esta cadena cíclica de pensamientos y emociones es pararse a observar qué está pasando en nosotros (siempre sin la intención de emitir juicios de valor); y la vía directa para tomar una decisión sin complicarnos la vida  es guiándonos por la intuición y esa elección siempre será la más adecuada para ti mismo, porque es la que sientes desde tu ser; desde lo más profundo y divino que hay en ti, libre de influencias, condicionamientos, temores o juicios; libre de pensamientos y emociones egóicas.

Si somos capaces de vencer nuestro miedo al cambio; a la transmutación inevitable que ha de producirse constantemente en nuestras vidas; si somos capaces de comprender que la vida no es estática sino que está en continua transformación; si logramos llegar a la aceptación del hecho de que estamos sujetos al cambio a lo largo de nuestro camino y entender que no existen decisiones “acertadas” ni “erróneas” en términos absolutos, conseguiremos meternos de lleno en el acto de vivir, dejar de lado nuestros temores y vivir confiados y tranquilos dejándonos guiar por nuestra esencia. Cada paso que demos nos aportará un nuevo aprendizaje y nos conducirá, por tanto, a una mayor consciencia si sabemos hacer buen uso de ello. Sabremos entonces que no existen “buenos” ni “malos” caminos ya que todos ellos conducen a alguna parte y de nosotros depende que ese lugar al que hemos llegado se transforme en algo provechoso para nosotros.

Somos los creadores de nuestras propias vidas y tenemos libertad de elección y esto, lejos de ser algo a lo que haya que temer, es un maravilloso regalo porque nos otorga la responsabilidad de vivir nuestra vida de la forma que nosotros elijamos. Aprovechémoslo.

Raquel García García.

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Sobre la soledad.

soledad¿Cuántas veces te has sentido solo aun estando rodeado de mucha gente? Cuánto tememos a veces a ese “gran dragón” al que llamamos soledad. Solemos etiquetar a la soledad como algo negativo; como un estado de profunda melancolía. Lo cierto es que nunca estamos solos, porque estamos siempre con la persona más importante para nosotros, que somos nosotros mismos. Pero claro, eso sólo ocurrirá si estás presente, si no lo estás, no sólo te faltarás tú sino que te rodees de quien te rodees te sentirás siempre solo. Y ésta, no será una soledad deseada ni buscada; será una soledad que sientes como impuesta y que no puedes comprender; una soledad que te ahoga y que crees que te subyuga el alma; que te perseguirá sin saber cómo deshacerte de ella. Esa soledad es la que nace de tu vacío; del agujero que sientes que llevas dentro porque tú no estás contigo. Recupérate; es posible. Si buscas dentro de ti ten por seguro que volverás a encontrarte. Recuerda siempre que tú eres lo más preciado que tienes.

Es por nuestra propia ausencia por lo que tememos tanto a la soledad. Pensamos que nos sentiremos perdidos si no tenemos compañía, pero ¿acaso no te sientes nunca solo también estando acompañado?

Cuando el término “soledad” se transforma para significar “estar sólo en compañía de nosotros mismos”, sintiendo desde dentro; desde lo más profundo esa compañía, la perspectiva cambia de forma radical. En este sentido, la soledad puede convertirse en una de nuestras mayores aliadas. Es la que nos permite tener y disfrutar de un espacio personal y conversar con nosotros mismos; es la que nos aporta los momentos de quietud; la que nos nutre de nosotros mismos, la que nos deja espacio para la introspección. Si percibes la soledad como “un enemigo” sería bueno que empezases a plantearte qué tipo de soledad es la que estás percibiendo y si estás realmente solo o eres tú quien se siente así. Si estás rodeado de personas, amigos y familiares y aun así te sientes tremendamente solo e incomprendido, pregúntate por qué crees estar “sin compañía”; qué es lo que te hace sentir así. Recuerda que lo que piensas y crees acaba convirtiéndose en tu propia realidad y que es bueno que nos auto-observemos y  que miremos desde otras perspectivas que puedan arrojarnos luz mientras estamos cegados. Sin lugar a dudas, la perspectiva más sincera es la de tu esencia; la de tu intuición, pero a veces la sepultamos debajo de las mil capas que llevamos encima; de todas  las máscaras que llevamos puestas. Plantéate también si tienes miedo de quedarte a solas contigo mismo, ¿qué eso que tanto temes? ¿Te aburres? ¿Pierdes el control? ¿Te vuelves ansioso?…¿tan poco valoras tu compañía? ¿Por qué te ocurre esto? ¿Quién te enseñó que no podías estar solo? ¿Quién te enseñó que no eras capaz de valerte por ti mismo y que si te quedabas solo sufrirías?

Contéstate a estas preguntas y estas te irán llevando a otras; analízate pero siempre sin juzgarte, como mero observador de los hechos. Esto te ayudará a comprender y descubrir muchas cosas y a despojarte de todas esas capas de las que te has ido cubriendo hasta tapar toda tu luz. Pero recuerda que ésta, siempre sigue ahí dentro. Empieza a entender los momentos de soledad como una oportunidad para disfrutar de ti mismo. Los miedos sólo se vencen lanzándose al precipicio; los pájaros sólo despliegan sus alas cuando echan a volar.

 Raquel García García.

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Agridulce agonía.

imagesA veces nos empeñamos en vivir dentro de este mundo que ya conocemos, de estas sombras en las que llevamos viviendo tantos años, sólo porque es lo familiar; es lo que conocemos; es la llamada zona de confort. Al vislumbrar la felicidad salimos corriendo; nos asustamos porque pensamos que ese no es nuestro lugar; que allí somos grandes desconocidos, y lo que deberíamos entender como un mundo de posibilidades, lo percibimos como un lugar hostil y aterrador. La tierra fértil se vuelve seca a nuestros ojos y nos resistimos a poner los pies allí. Preferimos vivir sin vida; convertirnos en seres grises vagando en una rueda de monotonía; creemos que si miramos hacía la luz quedaremos cegados por ella, pero si no nos enfrentamos a ella; si no abrimos los ojos…¿cómo sabremos que esa luz no es algo mejor? A veces incluso desacreditamos a las personas que percibimos felices y luminosas; nuestro ego no puede permitirse reconocer que, si se expone al cambio, tendrá que perder su identidad en cierto sentido; tendrá que mirarse a sí mismo a los ojos y verse de lleno. Es más fácil cerrarlos y quedarse esperando en el terreno conocido.

Los miedos no se vencen quedándose estáticos, sino lanzándose al vacío.  Ese enorme precipicio que se abre ante nuestros pies puede ser nuestra mejor oportunidad para dar un paso adelante  hacia una vida de mayor consciencia y plenitud.

¿Nunca os habéis sentido cómodos dentro de vuestro sufrimiento? En muchas ocasiones nos acostumbramos tanto a nuestro dolor, que incluso lo buscamos. Nos identificamos con él; es lo que conocemos y pensamos que sin él nos sentiríamos perdidos. Es lo que suele pasar cuando nos deprimimos; cuando nuestro estado de ánimo se convierte en uno de melancolía y tristeza permanente. Nos acostumbramos tanto a ello que al final nos parece que ese estado somos nosotros; que nosotros somos así  y al tiempo nos empeñamos en rumiar pensamientos e ideas que nos mantienen en ese tono afectivo porque empezamos a sentirnos paradójicamente cómodos en  nuestra “agridulce agonía”. Pensamos que si nos quitan nuestra manta de tristeza nos quedaremos desnudos y aún más vacíos y ¡cuánto horror nos provoca sentir vacío! Si estamos tristes al menos nos sentimos vivos. Por eso el autosabotaje; el seguir inmersos en esa situación de vida sin movilizarnos hacia el cambio; el atraer de manera inconsciente circunstancias y personas a nuestra vida que nos confirmen la idea que tenemos; que nos enseñaron hace mucho, sobre nosotros mismos; de ahí el sentirnos víctimas y a la deriva.

Pero existe otra posibilidad que es la de dar un paso; la de hacerte responsable de tus circunstancias y de tu propia vida; la de correr el riesgo de abandonar esa zona de confort que, lejos de hacernos sentir paz y equilibrio nos entierra el espíritu. No se trata de renegar de lo que es, la aceptación y rendición al momento presente (ojo, al presente y no al pasado, que fue y ya no es, ni al futuro que es aún incierto) es el primer paso, pero rendición no significa resignación y esto no hemos de olvidarlo. Es evidente que no podemos controlar todo lo que nos ocurre, porque en este mundo interactuamos también con fuerzas ajenas a la nuestra, pero lo que sin duda podemos hacer, es decidir cuál va a ser nuestra actitud ante esas circunstancias y, tan sólo modificar esto ya lo cambiará todo para nosotros en cierto modo, porque empezaremos a percibirlo de un modo diferente.

Comienza a creer en ti mismo; piensa que tú no eres tu situación de vida y que te mereces todo lo bueno. Deja de identificarte con algo que no eres; observa tus pautas sin juzgarlas y arriésgate a dar pequeños pasos hacia un mejor momento presente. Coge las riendas de tu vida; deja de ver la vida pasar a través de tu ventana y lánzate a ella; rompe tus cadenas autoimpuestas; perdona y deja el pasado en su lugar. Libérate de tu agridulce agonía y tu palacio de cristal; abre bien los ojos y da la bienvenida a tu luz. Hoy es un gran dia para empezar a hacerlo…¿te apuntas?

Raquel García García.

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Aprender a decir «no».

DECIR NOA muchos de nosotros suele resultarnos muy complejo decir a alguien «no» cuando nos pide que hagamos algo, especialmente si se trata de una persona cercana a nosotros. Aprender a hacerlo es una demostración de amor a nosotros mismos. Cuando hacemos algo que no queremos, estamos obrando en contra de nuestra voluntad y luego acabaremos recriminándonos por permitirlo. No estamos obligados a nada; cada uno de nosotros es libre de elegir y tenemos que aprender a poner nuestros límites, en eso consiste el libre albedrío.  La libertad es uno de nuestros más preciados dones. No se trata de que tengamos que decir necesariamente «no» a todo lo que se nos propone, sino de tratar de ser fieles a nosotros mismos. Sigue leyendo

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