Cada día se nos presenta la oportunidad de ser conscientes. Nuestra actitud hacia los demás nos enseña mucho sobre nosotros mismos. ¿Te encuentras de repente criticando lo que hace tu compañero de trabajo? ¿Reaccionas gritando y haciendo aspavientos con los brazos cuando algo te molesta? Si te paras y observas estas actitudes en ti, empezarás a ser consciente y a tener el poder de cambiarlas. Si respondo con agresividad a la provocación de otra persona, estaré generando más agresividad y la cadena se hará cada vez más larga. Toda esa energía negativa se irá acumulando en mi cuerpo y en mi mente a lo largo del día y si estas situaciones se producen cada día, esa gran bola de energía será susceptible de ser transformada en un malestar físico o psicológico en mí.
Cuando tenemos un malestar, es conveniente que nos preguntemos qué no está funcionando bien en nosotros. Hay cantidad de libros que pueden orientarnos sobre esto, que te explican qué podría estar pasándote según el lugar de la afección, pero, en última instancia, somos nosotros mismos los que mejor podemos conocernos y mediante la auto-observación, podemos llegar a grandes conclusiones; llegar a comprender qué nos está pasando y cuál es el origen. Tratar los síntomas hará que nos encontremos mejor temporalmente, pero si la causa del problema no se soluciona, acabará reflejándose de cualquier otro modo en nosotros. Pregúntate cómo está tu cuerpo, obsérvalo, siente la tensión, su energía, la emoción que te embarga en ese momento; piensa en lo que has hecho durante el día, cómo te has ido sintiendo con cada cosa que has hecho y cómo ha reaccionado tu cuerpo ante cada una de esas situaciones. Todo esto te dará muchas pistas.
Muchas veces sentimos aversión hacia ciertas personas sin saber exactamente el por qué. Otras veces sabemos exactamente el motivo, pero no nos paramos a analizarlo. Aquellas personas ante las que te muestras más reactivo/a; aquellas que te ponen de los nervios y te hacen saltar, pueden ser grandes maestros para ti; son precisamente las que más te harán aprender sobre ti mismo/a. Es importante plantearse qué es lo que hace, dice o tiene esa persona que me hace reaccionar así y si no habrá algo de eso en mi. Hemos comentado muchas veces que somos como espejos y que los demás nos devuelven siempre alguna característica de nosotros mismos. Puede que esa persona tenga algún rasgo o comportamiento que yo misma tengo pero oculto porque no me gusta y lo que hago es tratar a esa persona como yo pienso que esa parte mía merecería ser tratada o puede que esa persona me esté confirmando alguna idea que tengo sobre mi misma con el trato que me da. También puedo aprender de mis reacciones ante esa persona y de mi actitud hacia ella. Un ejemplo sería encontrarme con alguien que no me respeta; entonces las preguntas que me haría serían: “¿estoy yo misma faltándome al respeto de alguna manera?”, “¿falto yo a esa persona al respeto también?”, “¿pienso yo que merezco ser respetada?”. Si observamos, preguntamos y buscamos respuestas, siempre encontraremos alguna que nos haga crecer, especialmente si estas provienen de nuestro interior. Todas las respuestas suelen estar en el interior de uno mismo, la cuestión es que no siempre estamos dispuestos a escucharlas ni a mantener diálogos con nosotros mismos.
Aprovechemos cada oportunidad que nos ofrece la vida de hacernos conscientes y actuar en consecuencia. Seamos guardianes de la consciencia, la luz y el amor.
Raquel García García.