Todos hemos escuchado alguna vez decir a alguien aquello de “las expectativas se cumplen”, y muchos de nosotros nos habremos llevado las manos a la cabeza pensando en que eso no es cierto porque a veces soñamos o nos ensoñamos con circunstancias que luego no ocurren (ya nos gustaría que pasasen), pero no se trata de eso. No se trata de soñar con experimentar un hecho o situación que nos encantaría vivir pero que consideramos una meta inalcanzable, sino de la idea general que tenemos sobre nosotros mismos y la vida que creemos realmente que merecemos llevar.
A veces de manera explícita, nos criticamos y condenamos por nuestra forma de ser, por todas aquellas cosas que hacemos “mal”, por cómo nos comportamos, etc. Pero en muchas ocasiones, nuestras creencias sobre nosotros mismos están tan arraigadas en el subconsciente que ni siquiera somos conscientes de ellas. Quizá no nos repitamos constantemente lo desastre que somos, pero sí actuamos acorde con esa idea. Y sí, en ese sentido, las expectativas suelen cumplirse. Si uno piensa que no debe experimentar cosas buenas porque no es digno de ellas, si piensa que nadie podría nunca quererle porque no es una persona merecedora de amor y porque carece de rasgos positivos, ese uno convertirá su vida en un infierno y seguirá actuando acorde con esa idea. La realidad alimentará la creencia y viceversa. Se trata de un círculo vicioso que sólo puede romperse de una manera: amándose a uno mismo. ¿Suena difícil?
La mayoría de las veces, esas creencias negativas y pesimistas que tenemos sobre nosotros mismos tienen su origen en ideas o situaciones que vivimos de pequeños y que las posteriores historias experimentadas a lo largo de nuestra vida han ido confirmando (ya que con nuestro pensamiento y actitud las hemos atraído). La gran noticia es que las ideas se pueden cambiar. El pensamiento positivo es la clave. Por supuesto, lo mejor sería entender que somos seres preciosos de luz mucho más allá de nuestro EGO y que dejásemos de identificarnos con él, pero intentar cambiar nuestros pensamientos de negativos a positivos ya sería un gran paso. Querámonos, no debe ser tan complicado. Repitámonos cada día lo maravillosos que somos simplemente por existir; liberémonos de las pautas y patrones negativos aprendidos. Esas descripciones horribles sobre nosotros, ese “Yo soy esto” o “yo soy lo otro”, no somos nosotros, sino lo que nos han convencido que somos. En muchas ocasiones, cuando hacemos una afirmación sobre nosotros mismos no se trata de un pensamiento originado en nuestra mente, sino a través del pensamiento de otras personas que hace mucho nos dijeron que éramos eso. Pero, en cualquier caso, son ideas que están en nuestra mente y no en nuestro espíritu. La autodestrucción nunca puede formar parte del SER, pero sí de la mente egotista.
Liberémonos de todo esto, de todos los convencionalismos e ideas absurdas que nos cortan las alas y nos ahogan el alma y simplemente disfrutemos de la alegría de SER queriéndonos bien, tal y como nos merecemos.
Raquel García García.