Ahí está la clave del equilibrio; en la integración de ese todo que somos, sumando en lugar de restando; sin perder un ápice de nuestra humanidad y sin dejar de renunciar a esa parte más espiritual que también habita en nosotros. Somos un todo, no piezas alienadas de un puzzle incompleto y la paz sólo es posible siendo capaces de aceptar y abrazar a todo aquello que nos conforma.
Raquel García García